jueves, 28 de junio de 2012

Ampliando nuestra Ludoteca en Cádiz

Hace algunas semanas, conseguimos agenciarnos el Pilares de la Tierra entre muchos de los asistentes a Ludus, lo cual es genial porque es un juego que estamos disfrutando todos. Ahora queremos tener la ocasión de traer a nuestra baúl de sueños un nuevo juego de mesa. El objetivo es poner una hucha escrupulosa que no admite que nadie deje más de 1€ y de participación absolutamente voluntaria entre los que quieran aportar para ello. Y el objetivo a conseguir es el siguiente:
  • Juego: La Fuga de Colditz
  • Precio: 36 Euros (aproximadamente)
  • Editorial: Devir
  • Resumen del Juego: Se trata de un juego de estrategia en el que un jugador asume el control de los soldados alemanes  de la II Guerra Mundial guardianes de la prisión de Colditz y el resto, prisioneros de diversas naciones, deben confabular para realizar con éxito un plan de fuga, obviamente consiguiendo recursos y material.

Trasfondo:
En la segunda guerra mundial existía una prisión alemana llamada Colditz, que era donde destinaban a los oficiales y personajes importantes de la época (en su gran mayoría aristócratas) capturados al enemigo que habían intentado fugarse con anterioridad, es decir: especializada en presos "problemáticos", ya que se presuponía que era "a prueba de fugas" -tenía casi tantos vigilantes como prisioneros- y realizaban varios recuentos diarios de estos últimos.
Sin embargo, el jefe y el personal de la prisión de Colditz (casi todos veteranos de la I Guerra Mundial o gente "no apta" para el combate) trataba a sus presos con mucha deferencia, al contrario que en otros lugares de Alemania, lo que provocó muchísimos intentos de fuga (y una condena muy reducida al oficial nazi de esa prisión por parte de los tribunales de la post-guerra). Se daba incluso el caso paradójico de que la Cruz Roja enviaba alimentos a la prisión, y muchas veces los prisioneros comían mejor que el personal, lo que hacía que los presos "comerciaran" con los carceleros en ocasiones.
El nivel disciplinario de la prisión era tan laxo que se crearon en 1941 unas olimpiadas, con fútbol, boxeo y ajedrez, un coro polaco, una banda de guitarra hawaiana y una orquesta y obras de teatro en la que los actores se dejaban el pelo largo para poder aparentar mejor el ser un personaje femenino. Eran obras tan populares que los soldados facilitaban a los presos "herramientas en libertad condicional" para hacer el atrezzo, de manera que prometían no usarlas para escapar. Aunque sea difícil de creer, en la prisión de Colditz los presos fabricaban alcohol (esto ya a escondidas), según una receta del grupo polaco, con levadura, agua, mermelada y azúcar.
Inventaron un deporte llamado Stoolball, una versión del rugby ultraviolenta en la que había que derribar a un portero sobre un taburete, y que hacía suficiente ruido como para ocultar el tronar de un túnel excavándose. Y por si fuera poco, los presos lanzaban bombas de agua y caca a los guardias o los intentaban incordiar de varias formas.
Los alemanes sólo mataron a un prisionero en toda la historia de la prisión y durante su intento de huída, que fue honrado con un funeral, colocándose la bandera británica sobre su féretro y disparando siete salvas.
Y pasamos al capítulo de fugas: los prisioneros estaban organizados para fugarse, existiendo un Oficial de Fugas, que coordinaba a los distintos grupos, de manera que los planes de unos, no fastidiaran o delataran los de otros, además de preparar los equipos de fuga (con pases, dinero, armas,...), necesarios para sobrevivir en el exterior. Los soldados alemanes encontraron tantos equipos de fuga, que incluso montaron una exposición.


Los más inspiradores y notables intentos fueron los siguientes:
  • Peter Allan: Se fugó dentro de un colchón que estaban transportando a otro lugar, cosiéndolo desde dentro. Fue descubierto en Viena, tras negarle los EE.UU. (que no estaban en guerra aun) asilo político, y siendo enviado a Colditz de nuevo.
  • Miki Surmanowicz y Mietek Chmiel, descendiendo 36 metros en rappel con una cuerda de sábanas desde una celda de aislamiento (el mejor lugar para comenzar la bajada, teniendo que armar un barullo bien grande para que los metieran allí) y que fueron descubiertos por un soldado justo al poner los pies en el suelo.
  • Pat Reid y algunos británicos y polacos cavaron un túnel aprovechando las cloacas y fueron traicionados en el último momento por un guardia. Al ser capturados los siete británicos y los cuatro polacos estallaron en risas que desconcertaron a los alemanes.
  • Nueve oficiales franceses organizaron una excavación a largo plazo de un túnel. Los tenientes Cazaumayo y Paille accedieron a un antiguo ascensor tapiado, y durante varios meses (ocho)  excavaron varias decenas de metros, con cucharas para cavar y cuchillos para cortar los cimientos de madera del suelo. Hacían muchísimo ruido, así que los alemanes sabían que se estaba excavando, aunque no dónde porque la boca del túnel estaba bien oculta, por lo que los trabajos pudieron casi completarse, ya que el túnel de 44 metros tenía al ser descubierto incluso luz eléctrica (robada del suministro de la capilla) y un sistema de señales para alertar por posible presencia de guardias, además de un elevador para los escombros del subsuelo que eran arrojados al ático.
  • Los oficiales Jack Best y Bill Goldfinch, aviadores, idearon un planeador que lanzarían desde un ático sobre la capilla, creando un taller con paredes falsas y desde dónde crearon un artefacto de 9,75 metros de envergadura y 6 de largo, monoplano, con el avanzado sistema de timón Mooney y elevadores cuadrados, añadiendo cables de control del sistema eléctrico de zonas no usadas del castillo, palos para las alas de tableros del suelo y sacos de dormir de algodón. Sin embargo, no llegó a intentarse su puesta en marcha ya que la guerra terminó antes de su finalización.

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